Luna llena sobre el castillo de Valdecorneja

Hoy tocaba luna llena, una excusa como otra cualquiera para salir a hacer fotos a la noche. Tras pensar algunos escenarios, he decidido acercarme al Castillo de Valdecorneja donde he esperado pacientemente a que saliera la Luna… Primero fotos sin luna, luego con luna, y finalmente con luna más una curiosa nube, la única en el cielo, que se ha posado caprichosamente sobre el castillo y lalLuna… así es la naturaleza, siempre sorprendiéndonos.

Cazando rayos

Impresionante tormenta la de esta madrugada en Zumaia. Los truenos me han despertado y finalmente desvelada he cogido la cámara y el trípode, y a la 1.30 de la madrugada estaba haciendo fotos intentando cazar algún rayo, y finalmente ¡¡¡lo he conseguido!!!

Lekeitio

Lekeitio es uno de esos pueblos de la costa vizcaína a los que cuesta un poquito llegar por carretera, pero sin duda merece la pena llegar hasta allí y pasear por sus calles y disfrutar de su ambiente marinero y sus gentes. Hoy he tenido la suerte de pasar allí la tarde, y tras disfrutar del atardecer y de una cena ligera, he vuelto con las pilas cargadas a casa.

Subida al Urola

En la mañana de hoy se ha celebrado la prueba de subida y bajada del Urola en Kayak de mar. Primero en la playa de Santiago desde donde han salido los deportistas, y después cerca de la línea de meta, he estado sacando algunas fotos. El club Ixas Gain de Zumaia ha quedado segundo, ¡no está nada mal! ¡zorionak!

Caballitos del diablo y corazones

Todavía quedan algunos rincones del río Tormes que no son invadidos por los bañistas en verano. En estos lugares privilegiados, campan a sus anchas algunos animalillos como los «caballitos del diablo» (Zygoptera). Yo tengo la suerte de tener uno de esos lugares muy cerca de mi lugar de veraneo y lo he visitado varios veces los últimos días.
La fotografía es una excusa más para disfrutar en soledad de la naturaleza que nos rodea, es todo un lujo estar en lugar del río casi salvaje, rodeada de caballitos del diablo, que son tan confiados que acaban posándose en la cámara, en el objetivo y sobre mi, mientras lo único que se oye es el arrullo de la corriente del río. Y así me he pasado horas observando y fotografiando a estos curiosos seres, mientras los machos volaban persiguiendo a las hembras, o las hembras ponían sus huevos bajo el agua.
Me llama especialmente la atención que durante la cópula, los caballitos del diablo forman un corazón con sus colas, y me encanta fotografiarlos como podéis ver.